Militar estadounidense (Little Rock, Arkansas, 1880 - Washington, 1964). Su interés por los asuntos japoneses data de 1905, cuando fue comisionado como observador en la Guerra Ruso-Japonesa. A los 32 años alcanzó el grado de general. De 1930 a 1935 fue jefe de Estado Mayor; pasó luego como asesor militar a Filipinas, donde le sorprendió el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
En 1941 se convirtió en comandante en jefe de las fuerza americanas en Extremo Oriente. Ante el ataque japonés que se produjo poco después, se vio obligado a retirarse, refugiándose en Australia (1942); de ese momento data su famosa promesa de recuperar las Filipinas, que se convirtió en un lema de guerra para los aliados («Me voy, pero volveré»).
La Conferencia de Washinghton de 1943 le otorgó el mando de las fuerzas aliadas en el Pacífico suroccidental. Dirigió la contraofensiva que conduciría a la victoria, basada en la estrategia de ir saltando de isla en isla hasta llegar al Japón propiamente dicho: desembarcó en Guadalcanal, Nueva Guinea, las islas del Almirantazgo, islas Salomón… y -ya en unión con las fuerzas de Nimitz- las Filipinas (Leyte, Luzón y, finalmente, Manila en 1945).
MacArthur fue el encargado de recibir la rendición japonesa a bordo del portaaviones Missouri, anclado en la bahía de Tokyo, el 2 de septiembre de 1945. Fue nombrado jefe de las fuerzas de ocupación en Japón, cargo que mantuvo hasta 1950. Organizó las labores de reconstrucción de la posguerra, los procesos contra los criminales de guerra, el pago de reparaciones, el regreso de los prisioneros… Pero también realizó reformas de fondo, que adaptaron el país a modelos occidentales; la Constitución de 1946, que democratizó la vida política japonesa, constituye el símbolo de esta transformación que dio origen al Japón actual.
Cuando en 1950 estalló la Guerra de Corea, MacArthur fue llamado de nuevo para tomar el mando de un ejército bajo bandera de las Naciones Unidas en el que participaban quince países. Dirigió la contraofensiva occidental contra Corea del Norte; pero hubo de retroceder ante la recuperación de los comunistas, apoyados por China, hasta la estabilización del frente en el paralelo 38.
En consecuencia, solicitó poderes para atacar las bases aéreas y las fuentes de abastecimiento del enemigo en territorio chino; el presidente Truman, partidario de evitar un conflicto abierto con China, le destituyó del mando en 1951. La guerra se saldaría en 1953 con la partición definitiva de Corea en una República comunista al Norte y otra pro-occidental al Sur. MacArthur regresó a Estados Unidos, donde se dedicó a los negocios y a la política (junto al ala más derechista del Partido Republicano).
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